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En el año de la “Laudato si’” es fiesta para todos, excepto para “mi’ Señor”

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En estos tiempos de carestía mundial ha habido invitaciones urgentes a los responsables de la Curia a ser “sobrios” y a “eliminar los gastos de congresos, transferencias al exterior y consultorías externas” por parte de quienes en el Vaticano tienen las cuerdas de la bolsa – el jesuita Juan Antonio Guerrero Alves y el cardenal Reinhard Marx, prefectos de la Secretaría para la Economía y del Consejo para la Economía, respectivamente –.

Pero evidentemente se ha hecho una excepción con los festejos por la “Laudato si’”. Ayer, domingo 24 de mayo, se ha disparado el quinto cumpleaños de la firma de la encíclica, y para celebrarlo se ha anunciado un jubileo de un año entero, con un programa interminable.

*

Para comenzar ya hubo un prólogo, la “Semana de la Laudato si’”, lanzada el 16 de mayo a través de un video-mensaje del papa Francisco entre sugestivas imágenes de cebras, camellos y sabanas, y coronada el domingo 24 con el recitado común en todo el mundo, al mediodía según la hora local, de una oración compilada en el Vaticano para la ocasión, para que todos “sepamos escuchar y responder al grito de la tierra y al grito de los pobres”.

Entre los que han tomado parte en la semana preparatoria – con múltiples iniciativas locales – sobresalen los Estados Unidos con 2316 inscripciones, seguidos en la lista por Italia, Francia, España, Argentina, Brasil y gradualmente por otros naciones, con China al final con una sola inscripción.

Pero para ellos hay algo más. Porque al finalizar el verano se encontrarán juntos en el “Tiempo de lo Creado”, anunciado como ya en los años pasados desde el 1 de setiembre, día mundial de la oración por lo creado, al 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, con el compromiso de inventar y poner en práctica en ese arco de días actos de “reparación de nuestras relaciones con los demás y con la creación”.

Se trata de una iniciativa ecuménica lanzada no sólo por el papa Francisco, sino conjuntamente por Bartolomeo, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, por Justin Welby, el arzobispo anglicano de Canterbury, y por el luterano Olav Fyscke Tveit, el secretario general saliente del Consejo Ecuménico de las Iglesias.

En el medio de la edición del 2019 del “Tiempo de lo Creado”, el 20 de setiembre, fue noticia una huelga mundial por el clima, con estudiantes de todo el mundo que se ausentaron de las aulas escolares y con Greta Thunberg haciendo de estrella. Se prevé que este año la huelga escolar se repetirá.

Pero antes que llegue el “Tiempo de lo Creado”, en junio está programado en el Vaticano dos iniciativas del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano, presidido por el cardenal Peter Turkson.

La primera, el 18 de junio, consistirá en un seminario a través de la web – en la jerga, “webinar” – entre expertos de todo el mundo, llamados a formular “evaluaciones” y proyectar “caminos futuros” inspirados en la “Laudato si’”.

La segunda será la publicación de un “texto interdicasterial con lineamientos operativos” para dar seguimiento práctico a la encíclica.

Otros “webinar” de número y de contenido todavía imprecisos han sido anunciados para el otoño, también éstos promovidos por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Para no hablar de la mesa redonda – no a través de la web sino, se espera, con presencias físicas – que el Vaticano organizará a fines de enero en Davos, en el transcurso del Foro Económico Mundial que cada año reúne, en la ciudad suiza de Gotha, a los poderes mundiales.

Al comienzo de la primavera del 2021 está en agenda – pero por ahora sólo en el estadio de “propuesta” – también un encuentro entre líderes de las diversas religiones, siempre con la bandera del “Laudato si’” y naturalmente con el Papa.

Todo esto para confluir en el triduo conclusivo, entre el 20 y el 22 de mayo del 2021, de esta especie de año jubilar, durante la cual se llevará a cabo en el Vaticano una conferencia internacional y se lanzará una “plataforma plurianual de acción”, inspirada en la encíclica.

Animarán el triduo conclusivo las voces y los sonidos de la “Living Chapel” creada por Julian Revie, en sociedad con las Naciones Unidas y el Movimiento Climático Católico Global, con un coro de niños de áreas necesitadas del mundo, con los cantos de pájaros grabados en bosques devastados por el hombre, con los sonidos hechos de barriles de petróleo y otros materiales reciclados, y con textos de san Francisco y del Papa que ha tomado su nombre.

No sólo eso. El Vaticano ha anunciado que sostendrá el objetivo de la “Liv ing Chapel” de “crear jardines y espacios naturales” inspirados en la “Laudato si’”; promoverá la realización de un film documental y de un “espectáculo inmersivo” sobre la encíclica; se unirá a la batalla contra los materiales plásticos contaminantes; apoyará la organización de “Laudato Tree” para plantar cada año un millón de nuevos árboles en las zonas áridas de África; y lanzará en las redes sociales el primer concurso mundial sobre la Biblia releída a la luz de la “Laudato si’”.

Además, la Santa Sede pondrá en acción un cierto número de diócesis, parroquias, familias, escuelas, granjas voluntariosas, etc., en “un recorrido de 7 años de ecología integral en el espíritu de la Laudato si’”, con el propósito de duplicar el número de los que se comprometen y llegan así a movilizar “una masa crítica necesaria para la transformación radical de la sociedad invocada por el papa Francisco”.

A los indiviudos que se distinguirán por su compromiso en los respectivos ámbitos de acción, a partir del 2021 el Vaticano asignará cada una una docen de premios Laudato si’”.

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Pero esto no ha terminado. En la agenda del año celebrativo conocida hace algunos días han sido incluidas también dos citas inicialmente por derecho propio, puestas en el calendario durante esta primavera, pero después enviadas a otoño con motivo de la pandemia del coronavirus.

Son dos citas sobre las cuales el papa Francisco ha invertido mucho, pero que ponen al descubierto también el punto más vulnerable de su pontificado.

La primera se llevará a cabo el 15 de octubre en el Vaticano y tiene por título “Una alianza para reconstruir el pacto educativo global”.

No sorprende que un Papa como Jorge Mario Bergoglio tenga en su corazón la escuela y la formación de las nuevas generaciones, él que forma parte de la Compañía de Jesús, durante siglos educadora de las clases dirigentes.

Pero lo que impacta es la ausencia total en este proyecto educativo cualquier especificidad cristiana.

En el vídeo mensaje con el que Francisco ha lanzado la iniciativa no existe el más benigno rasgo verbal ni de Dios ni de Jesus ni de la Iglesia. La fórmula dominante es “nuevo humanismo”, con su atuendo de “casa común”, “solidaridad universal”, “fraternidad”, “solidaridad universal”, “fraternidad”, “convergencia”, “recibimiento””… ¿Y las religiones? También ellas están unidas y neutralizadas en un diálogo indistinto.

La novedad de esta iniciativa de Francisco consiste precisamente en el hecho que es la primera vez – en la historia de la Iglesia – que un Papa hace suyo y se pone bajo la guía de un pacto educativo mundial tan radicalmente secularizado.

La segunda cita está convocada para el 21 de noviembre en Asís, tiene por título “The Economy of Francisco” (el santo, no el Papa que lleva su nombre) y tiene por objetivo nada menos que “un pacto para cambiar la actual economía del mundo”.

Será “un festival de la economía de los jóvenes con el Papa, un camino intermedio entre Greta Thunberg y los poderosos de la Tierra”, tal como lo ha anunciado el principal organizador, el economista Luigino Bruni, perteneciente al Movimiento de los Focolares y consultor del Dicasterio vaticano para los Laicos, la Familia y la Vida.

Entre los personajes que ya han confirmado su presencia estarán el economista malthusiano Jeffrey Sachs, en este pontificado infaltable huésped de toda cita vaticana referida a la economía y la ecología; Carlo Petrini, fundador de Slow Food y ex invitado personal de Jorge Mario Bergoglio al Sínodo sobre la Amazonia, y la ecologista india Vandana Shiva, por un lado aclamada en el circuito de los “movimientos populares” muy estimados por el Papa (participó en su tercera reunión mundial) y por otro lado muy desacreditada por la comunidad científica digna de este nombre.

Curiosamente, Vandana Shiva y Carlo Petrini han anticipado en algún momento la condena del pecado de “ecocidio”, que Francisco dijo que quería introducir en el Catecismo. En octubre del 2016, en efecto, una y el otro quisieron poner en escena en Holanda, en La Haya, un proceso simbólico en el que condenaron en ausencia, precisamente por ese delito de “ecocidio”, a la multinacional biotecnológica Monsanto.

También esta otra iniciativa del papa Francisco resalta la ausencia de cualquier pista específicamente cristiana, sustituida por un genérico alineamiento con la dominante ideología agnóstica del ecologismo, del pacifismo y de los derechos individuales.

Todo esto acontece como si en las palabras de la “Laudato si’” del cántico de san Francisco se hubiera cancelado la secuela: “… mi’ Señor”.


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