
El padre Martín Lasarte Topolanski, autor del texto publicado a continuación, uruguayo y misionero en Angola, es el responsable de la animación misionera en África y en América Latina de la congregación salesiana, a la que pertenece.
El papa Francisco lo ha incluido entre los 33 eclesiásticos que él ha llamado personalmente para que participen en el sínodo sobre la Amazonia.
El texto que sigue ha sido escrito y publicado antes del sínodo. Pero es como si el padre Lasarte lo hubiera pronunciado en el aula en estos días, por la abrupta claridad con la que afronta las cuestiones más cruciales, empezando por la difundida petición -qué el rechaza- de conceder el sacerdocios a hombres casados.
El texto íntegro de la intervención ha sido publicado en italiano en “Settimana News” el 12 de agosto de 2019. Y “Asia News”, la agencia del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras, ha publicado un gran extracto, dividido en dos partes, el 10 de octubre y el 11 de octubre.
El texto que publicamos es un resumen aún más breve, pero de obligada lectura si se quiere llegar al corazón de este dramático sínodo sobre la Amazonia.
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LAS TRES ENFERMEDADES QUE HACEN QUE LA EVANGELIZACIÓN DE LA AMAZONIA SEA ESTÉRIL
por Martín Lasarte
He escuchado, como argumento, que es necesaria la ordenación de sacerdotes entre los laicos casados de las comunidades lejanas, pues el ministro difícilmente puede llegar. A mi modo de ver, la impostación del problema en estos términos, peca de un enorme clericalismo. […] Se ha creado una Iglesia con poco o ningún protagonismo y sentido de pertenencia de los laicos, una iglesia que si no está el “sacerdote” no funciona. Esa es una aberración eclesiológica y pastoral. Nuestra fe, el ser cristiano está radicado en el Bautismo, no en la ordenación sacerdotal.
Por veces tengo la impresión que se pretende clericalizar el laicado. Es preciso, ante todo, una iglesia de bautizados protagonistas, discípulos y misioneros. En diversas partes de nuestra América, se tiene la impresión de que se ha sacramentalizado pero no evangelizado. […] Es bueno alargar el horizonte y ver la vida y la experiencia de la Iglesia.
Los ejemplos de Corea, Japón, Angola y Guatemala
La Iglesia de Corea nace por la evangelización de los laicos. El laico Yi Seung-hun, bautizado en la China, difunde la Iglesia católica en el país, él mismo bautizando. Por 51 años (1784-1835) desde su fundación la iglesia de Corea fue evangelizada por laicos, con la presencia apenas ocasional de algún sacerdote. Esta comunidad católica floreció y se expandió enormemente, pese a las terribles persecuciones, gracias al protagonismo de los bautizados.
La Iglesia del Japón, fundada por S. Francisco Xavier (1549), crece vertiginosamente y también vienen las persecuciones por 3 siglos, siendo expulsados los misioneros y es martirizado el último sacerdote en 1644. Solo luego de más de 200 años volverán los sacerdotes (misioneros franceses) y encontrarán todavía una iglesia viva formada por los kakure kirishitan (cristianos ocultos). En las comunidades cristianas había diversos ministerios: un responsable, catequistas, bautizadores, anunciadores. En interesante el consejo que guardaron los cristianos hasta la llegada de los nuevos sacerdotes en siglo XIX: La Iglesia retornará al Japón, y ustedes lo sabrán por estos tres signos: “los sacerdotes serán célibes, habrá una estatua de María, y ellos obedecerán al Papa-sama en Roma”.
Paso a algo más personal, a mi experiencia misionera de 25 años en África (Angola). Acabada la guerra civil en 2002, tuve la posibilidad de visitar comunidades cristianas, que desde hace 30 años no tenían la eucaristía, ni veían un sacerdote, pero eran firmes en la fe y eran comunidades dinámicas, guiadas por el “catequista”, fundamental ministerio en África, e por otros ministros: evangelizadores, animadores de la oración, pastoral con las mujeres, servicio a los más pobres. Una iglesia viva, laical con ausencia de sacerdotes.
En América Latina, no faltan hermosos ejemplos, como entre los Quetchi del centro del Guatemala (Verapaz), donde pese la ausencia de sacerdotes en algunas comunidades, los ministros laicos tienen comunidades vivas, ricas de ministerios, liturgias, procesos de catequesis, misiones, donde los grupos evangélicos poco han podido penetrar. Pese a la escasez de sacerdotes para todas las comunidades, es una Iglesia local rica en vocaciones sacerdotales indígenas y en donde hasta han sido fundadas congregaciones religiosas femeninas y masculinas de origen totalmente indígena.
Pero en Amazonia sucede lo contrario
La falta de vocaciones al sacerdocio y religiosas en el Amazonía ¿es un desafío pastoral o más bien es la consecuencia de opciones teológico-pastorales que no dieron los resultados esperados o parciales? Según mi opinión, la propuesta de los “viri probati” como una solución a la evangelización, es una propuesta ilusoria, casi mágica, que no toca el real problema de fondo.
Dice el Papa Francisco en la “Evangelii Gaudium”, 107: “En muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Frecuentemente esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas”.
El santo Padre, da en la clave del problema. No es la falta de vocaciones, sino la pobre propuesta, la falta de fervor apostólico, la falta de fraternidad y de oración; la falta de procesos serios y profundos de evangelización. […]
Otros dos ejemplos, de la India y del Congo
En el Nordeste de la India, la evangelización avanza con decisión a partir del 1923, con una pequeña comunidad católica que no llegaba a los 1000 cristianos. Según datos del 2018, esta región consta hoy con 1,647.765 católicos, con 3756 religiosas y 1621 sacerdotes (siendo la mitad pertenecientes de las minorías étnicas locales, y los demás misioneros de otras partes de India). Hay 15 diócesis enraizadas en las minorías étnicas de cerca de 220 lenguas locales (Naga, Khasi, Wancho, Nocte, Jaintia, Apatani, Goro, Ahom, War, Bodo…) Estos pueblos similarmente de los amazónicos se mantuvieron por siglos aislados del hinduismo, islamismo y budismo, refugiados entre las montañas y florestas del Himalaya, viviendo sus prácticas ancestrales. En 90 años se dio un cambio impresionante. La proporción entre fieles católicos y sacerdote es de 1 a 1000, lo que es excelente. Muchos de los cristianos de estas minorías “tribales” han ocupado lugares significativos en la política local y nacional de la India.
El otro “bioma” es el río Congo, con los países circundantes: más de 500 pueblos y lenguas. El cristianismo ha vivido varias dificultades, las mismas de otros contextos, pero sumando el desafío de ser visto como la religión del colonialismo durante el período de la descolonización (década de los sesenta y setenta). Pese a todo, el florecimiento de las iglesias africanas es patente y esperanzador. En ese “bioma” las vocaciones sacerdotes han crecido un 32% en los últimos 10 años, y la tendencia es de continuar.
Podríamos traer más ejemplos del Vietnam, Indonesia (el país más musulmán del mundo), Timor Este, Oceanía, etc., ciertamente que no de nuestra secularizada Europa. En todas las regiones geográficas existen desafíos y dificultades en las comunidades cristianas; pero se ve que donde existe un trabajo serio, auténtico y continuo de evangelización, las vocaciones al sacerdocio no faltan.
¿Por qué la Amazonia es tan estéril?
La inevitable pregunta es ¿cómo es posible que pueblos con tantas riquezas y similitudes antropológico-culturales, con los pueblos amazónicos: en sus ritos, mitos, profundo sentido comunitario, comunión con el cosmos, profunda abertura religiosa… Han florecido las comunidades cristianas y las vocaciones sacerdotales y en cambio en algunas partes de la Amazonía, luego de 200, 400 años hay una esterilidad eclesial y vocacional? Hay diócesis, congregaciones, que estando presentes hace más de un siglo no tienen una vocación indígena local. ¿Es que hay un gene de más o de menos, o el problema es otro? […]
Pienso que uno de los problemas pastorales en varias partes de América Latina, y en particular de la Amazonía, es la insistencia en los “viejos caminos”. Existe un gran conservadurismo en varias iglesias y estructuras eclesiales. Y no me refiero solo a tradicionalistas preconciliares, sino a líneas pastorales, mentalidades que se han quedado ancladas en el 68 y la década de los 70-80. […]
Yo identifico 3 tipos de Alzheimer pastorales que repercuten en la esterilidad evangelizadora amazónica.
1. Antropologismo cultural
En 1971, el grupo de 12 antropólogos, realizó la conocida “Declaración de Barbados”, la cual afirmaba que la Buena Nueva de Jesús era una pésima noticia para los pueblos indígenas. Ciertamente que de esta provocación, surgió en varias partes un fecundo diálogo entre antropólogos y misioneros, que ha servido de mutuo enriquecimiento. Pero en otros lugares se cayó en una auto-censura, perdiendo la “alegría de evangelizar” (Evangelii Gaudium 1-13). Recuerdo casos de religiosas que decidieron no anunciar Jesucristo, ni dar catequesis, “por respeto a la cultura indígena”. Se limitarían al testimonio y al servicio. […]
Por veces, la insistencia sobre el testimonio es tal que se pretende que este supla el anuncio. Sobre esto, Pablo VI, en el documento fundamental sobre la evangelización, “Evangelii Nuntiandi” (22) nos dice: Sin embargo, esto sigue siendo insuficiente [el testimonio], pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar «razón de vuestra esperanza»—, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”.
2. Moralismo social
De más de un lugar he sentido expresiones similares de los agentes pastorales: “Cuando la gente precisa de servicios vienen a nosotros (Iglesia Católica), pero cuando buscan un sentido para sus vidas van a otros (evangélicos, etc.)”. Es evidente y muy constatable, que la iglesia queriendo ser “una Iglesia Samaritana” se ha olvidado de ser una “iglesia Magdalena”, una iglesia prestadora de servicios que no anuncia el gozo de la Resurrección del Señor.
El compromiso social de la Iglesia, en la evangélica opción por los más pobres, […] sin duda ha estado y continúa a ser un aspecto constitutivo del proceso evangelizador, que expresa la dimensión diaconal de la Iglesia. Tal compromiso ha sido no solo una riqueza para la Iglesia Latinoamericana, sino para la Iglesia Universal.
El problema es cuando este tipo actividades ha absorbido el resto de la vida y dinamismos de la Iglesia, dejando en la sombra, silenciado, o dado por supuestas las demás dimensiones: kerigmática, catequética, litúrgica, koinonia. Estamos en una tensión no resuelta de Marta y María. […]
Gracias a Dios, que si no es la intelectual programación pastoral que piensa en la “espiritualidad encarnada en la cultura de los simples” es la misma Virgen que cuida de sus hijos, y toca el corazón popular, no a partir de grandes reflexiones, sino a partir de la simple piedad popular: rica, simple, directa, llena de afecto, muy sentida por los “pequeños”. Basta tener presente la grande devoción Amazónica de la Virgen de Nazaret, donde en octubre, en Belém de Pará, cerca de dos millones de peregrinos acompañan la procesión del “Cirio de Nazaret” (imagen de la Virgen de Nazaret).
La enorme hemorragia de católicos, en la Iglesia Latinoamericana, hacia la constelación de iglesias evangélicas y neo-pentecostales, responde, sin duda, a varios factores, por lo que no se puede ser simplista, pero ciertamente que la falta de una pastoral mucho “más religiosa” y “menos sociologizada” ha influenciado muchísimo a una emigración a las iglesias evangélicas y nuevos movimientos religiosos, donde en la Palabra, en una acogida fraterna y calurosa, en una presencia constante, en un fuerte sentido de pertenencia, encuentran un “sentido” y una compañía para sus vidas. […]
Visitando una diócesis, donde en los inicio de los años 80, el 95% de la población era católica hoy son el 20%. Recuerdo el comentario de uno de los misioneros europeos que sistemáticamente han “des-evangelizado” la región: “No favorecemos la superstición sino la dignidad humana”… Pienso que está todo dicho.
La iglesia en algunos lugares se ha transformado en una grande manager de servicios (sanitarios, educativos, promocionales, de advocacy…), pero poco en madre de la fe. […]
3. Secularismo
Un tercer Alzheimer es el secularismo. […] Una iglesia se seculariza, cuando sus agentes pastorales interiorizan dinámicas de una mentalidad secularizada: la ausencia o una muy tímida, casi pidiendo perdón, manifestación de la fe.
Las consecuencias de tales opciones o influencias pastorales, sin duda que se reflejan en la esterilidad vocacional o en la falta de perseverancia en el camino emprendido, por carencia de motivaciones profundas. Nadie deja todo para ser un animador social, nadie entrega su existencia a una “opinión”; nadie ofrece el absoluto de su vida a un relativo, sino solo al Absoluto de Dios. Cuando esta dimensión teológica, religiosa no es evidente, patente y viva en la misión, nunca existirán opciones de radicalidad evangélica, que es un indicador de que la evangelización tocó el alma de una comunidad cristiana.
Una comunidad cristiana que no genera vocaciones sacerdotales y religiosas, es una comunidad portadora de alguna enfermedad espiritual. Podremos ordenar los “viri probati”, las honeste mulieribus, los pueribus bonum, pero los problemas de fondo permanecerán: una evangelización sin Evangelio, un cristianismo sin Cristo, una espiritualidad sin Espíritu Santo.
Lógicamente que una visión horizontal de la cultura dominante, donde Dios está ausente, o reducido a algunos conceptos simbólicos, culturales o morales, es imposible que llegue a apreciar el fecundo valor espiritual y pastoral del celibato sacerdotal como un don precioso de Dios y de total y sublime disposición de amor y servicio a la Iglesia y a la humanidad.
Solo podrán existir vocaciones sacerdotales auténticas cuando se establece una relación auténtica, exigente, libre y personal con la persona de Jesucristo. Tal vez sea muy simplista, pero a mi modo de ver el “nuevo camino” para la evangelización de Amazonía es la novedad de Cristo.