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En el Sínodo habla un experto sobre el clima. Previsiones ciertas: sacerdotes casados y mujeres ministros

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Son dos las noticias dadas a conocer por la conferencia de prensa llevada a cabo el 21 de octubre en el Vaticano sobre el Sínodo sobre la Amazonia.

La primera es que la única intervención de la jornada en el aula sinodal, después de la presentación hecha por el cardenal Cláudio Hummes del borrador del documento final y del rezo de la hora tercia, fue la de un célebre científico del clima, el alemán Hans Joachim Schellnhuber.

Schellnhuber no es católico y ni siquiera es creyente, pero está entre los predilectos el papa Francisco, quien en el 2015 lo nombró miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias y lo quiso entre los presentadores oficiales de la encíclica “Laudato si’”.

Sus tesis catastróficas – juzgadas como inconsistentes por otros grandes expertos del clima, como por ejemplo en Italia, el profesor Franco Prodi – están muy bien ilustradas por la exposición hecha por él en esa ocasión, acompañada de gráficos y reproducida íntegramente en el boletín de la sala de prensa vaticana.

Ahora bien, entre los “invitados especiales” al Sínodo sobre la Amazonia, junto al ex secretario de la ONU, Ban Ki-moon, y al eco-economista malthusiano Jeffrey D. Sachs, el papa Francisco quiso precisamente a Schellnhuber.

A quien – y a él solamente – le fue dado el micrófono en el aula en un momento crucial. Inmediatamente después de la entrega a los padres sinodales del borrador del documento final e inmediatamente antes que ellos se dividieran en los doce círculos lingüísticos para discutirlo y proponer enmiendas. Una vez más como si fuese la defensa de la naturaleza la razón de ser de la Iglesia en la Amazonia y en el mundo.

*

La segunda noticia es la confirmación de lo que ya se intuía, pero jamás se había dicho explícitamente. Una confirmación autorizada, dada en conferencia de prensa por el cardenal Christoph Schönborn.

Schönborn fue incluido personalmente por el papa Francisco en la comisión encargada de elaborar el documento final del Sínodo.

Pero ha declarado que no le ha tocado ni a él ni a los otros miembros de la comisión elegidos por la asamblea o por nombramiento pontificio el peso de escribir el borrador del documento.

A ellos les esperaba simplemente la tarea de ponerlo en una bella copia. Porque para escribir el texto base – dijo Schönborn – ya había sido previsto el cardenal Cláudio Hummes “con sus colaboradores”, entre los cuales se cuenta seguramente el cardenal jesuita Michael Czerny, secretario especial del Sínodo.

En efecto, en este Sínodo sobre la Amazonia Hummes es verdaderamente el ”alter ego” del papa Francisco. En la fase preparatoria fue el “deus ex machina” y ahora, con el Sínodo en curso, concentró en sí el doble rol de relator general y de presidente de la comisión para la elaboración del documento final.

¿Y cuál fue desde el comienzo el verdadero objetivo de toda esta operación? El de innovar sobre los dos primeros “temas nodales” que el cardenal jesuita Carlo Maria Martini había propuesto afrontar en una serie de sínodos concatenados, en su memorable intervención en el sínodo de 1999: “La carencia de ministros ordenados, el rol de la mujer en la sociedad y en la Iglesia…”. (El tercer tema de la lista de Martini, “la disciplina del matrimonio”, como se sabe, ya ha sido afrontado y resuelto a su modo por Francisco con la exhortación “Amoris laetitia”, seguida por los dos sínodos sobre la familia).

Ahora bien, como ya en el párrafo 129 del ”Instrumentum laboris”, es decir, del documento base del Sínodo sobre la Amazonia, también en su exposición introductoria de la sesión Hummes apuntó derecho a la meta, apoyando con gusto tanto “la ordenación sacerdotal de varones casados” como el otorgamiento de “un ministerio adaptado a las mujeres dirigentes de comunidades”, primera etapa de un desarrollo futuro que para algunos miembros de este sínodo debería desembocar en el diaconado y en el sacerdocio femeninos.

Aquí presentamos de qué modo Hummes se ha expresado textualmente sobre estos dos puntos:

“Otra cuestión es la carencia de presbíteros al servicio de las comunidades locales, lo que implica que no se celebran la Eucaristía dominical u otros sacramentos. También escasean los sacerdotes, lo que se traduce en una pastoral de visitas puntuales en vez de una pastoral adecuada de presencia cotidiana. Ahora bien, la Iglesia se alimenta de la Eucaristía y la Eucaristía edifica a la Iglesia (San Juan Pablo II). La participación en la celebración de la Eucaristía, por lo menos el domingo, es fundamental para el desarrollo pleno y progresivo de las comunidades cristianas y la verdadera experiencia de la Palabra de Dios en la vida personal. Habrá que trazar caminos hacia el futuro. En el proceso de escucha las comunidades indígenas, aun confirmando el gran valor que atribuyen al carisma del celibato en la Iglesia, solicitaron que se abra camino a la ordenación sacerdotal de los hombres casados que en ellas habitan, considerada la gran carencia de curas que aflige a la mayoría de las comunidades católicas de la Amazonía. Asimismo, siendo hoy muchas las mujeres al frente de las comunidades amazónicas, han reclamado que su servicio sea reconocido y fortalecido mediante la creación de un ministerio para las mujeres que están al frente de las comunidades”.

En el documento final se puede dar por cierto que ambos puntos serán retomados y sometidos a votación, registrando algunas decenas de pareceres contrarios que ya afloraron en los “Report” de los grupos lingüísticos, pero no suficientes para descartarlos.

Después de esto el documento – como generalmente se hace – será entregado al Papa, dejándole a él que sea quien decida qué es lo que se va a hacer, en una exhortación post-sinodal que verá la luz en los primeros del año próximo, pero que sobre los dos puntos clave ya ha sido sustancialmente escrita.


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