
El 28 de agosto le fue entregado al papa Francisco el primer ejemplar del nuevo Misal de la Iglesia italiana, que será de uso obligatorio a partir del domingo de Pascua del 2021.
Este nuevo Misal se refiere naturalmente en primer lugar a Italia, pero no sólo a ella. Ya su edición anterior de 1983, de hecho, ha sido observada por otros episcopados nacionales como un modelo a seguir, tanto por la variedad y riqueza de las Oraciones Eucarísticas, como por la casi doscientas nuevas oraciones de comienzo de la Misa, inspiradas cada una de ellas en el Evangelio del domingo, y por las Antífonas de Comunión también vinculadas al Evangelio del día.
¿Pero cuáles son las novedades de este nuevo Misal, aprobado por la Conferencia Episcopal Italiana en noviembre de 2018 con 195 “placet” y 5 “non placet”, y confirmado en forma definitiva por el papa Francisco el 16 de mayo de 2019?
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La novedad más vistosa, pero también la más controvertida, es la modificación en el “Padre Nuestro” de la traducción del petición: “et ne nos induca in tentationem”.
La traducción “y no nos induzcas a la tentación” hasta ahora en uso en Italia – al igual que la versión inglesa en uso en Estados Unidos: “and lead us not into temptation” – es un calco preciso de las palabras latinas, a su vez muy apegadas al griego original: «kai me eisenénkes hemás eis peirasmón».
Pero esta traducción ´jamás le gustó al papa Francisco. En muchas ocasiones dijo que el que “tienta” es el diablo, no Dios, y que entonces era mejor optar por la traducción ya presente en la versión oficial de la Biblia editada por la Conferencia Episcopal Italiana en el 2008: “y no nos abandones a la tentación”, en forma análoga a como ya se reza en Francia y en otros países francófonos: “et ne nous laisse pas entrer en tentation”, o en varios países de lengua española, incluida Argentina: “y no nos dejes caer en la tentación».
Es verdad que, lógicamente, si Dios no nos puede “inducir” a la tentación no se ve en absoluto por qué entonces se le permitió “abandonarnos” a ella. Durante dos milenios la Iglesia jamás imaginó cambiar este difícil pasaje del Evangelio, sino más bien interpretarlo en su auténtico significado. Como hizo también uno de los biblistas más autorizados, el jesuita Pietro Bovati, en la edición de “La Civiltà Cattolica” del 3 de febrero de 2018, en un docto artículo que no se le pudo escapar al Papa, en el que explicaba que “el poner a prueba es en toda la Biblia lo que Dios hace con el hombre, en diversos momentos y modos a veces insondables, y es lo que Jesús experimentó en sumo grado en el Huerto de los Olivos antes de la Pasión, cuando rezó con las palabras: ‘¡Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz!’”.
Es un hecho que cuando la CEI llegó a votar el nuevo Misal, en noviembre de ese mismo 2018, a todo aquél que pedía mantener firme el “no nos induzcas en la tentación” la mesa de la presidencia le comunicó que la vieja traducción en todo caso se abandonaba porque “así se había decidido”. Y el pensamiento de todos, en el aula, se dirigió al papa Francisco.
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Siempre en el “Pater noster”, en Italia los fieles serán llamados también a una segunda variante, para mayor fidelidad tanto al original griego como a la versión latina. Deberán insertar un “también” en esta otra petición: “Y perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
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Otra variación se introducirá en el “Gloria in excelsis Deo”. En vez de “y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” – que calca el latín “et in terra pax hominibus bonae voluntatis” – se dirá: “y paz en la tierra a los hombes que ama el Señor”, con una fórmula considerada más fiel al original griego del Evangelio, en el que “eudokía” no es la “buena voluntad” de los hombres, sino la “benevolencia” de Dios para ellos.
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Inmediatamente antes del “Gloria” volverán también a estar en uso las invocaciones clásicas en lengua griega “Kyrie eleison” y “Christe eleison”, con la posibilidad de seguir diciendo: “Señor ten piedad” y “Cristo ten piedad”.
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En el “Confiteor” al comienzo de la Misa, a los “hermanos” se agregarán las “hermanas”, en obsequio a los actuales imperativos lingüísticos: “Confieso a Dios todopoderoso y a vosotros, hermanos y hermanas, que he pecado mucho…”. Y así cada vez que en la edición típica latina del Misal aparece la palabra “fratres”.
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En la Comunión, inmediatamente después del ”Agnus Dei”, se traducirá mucho más apropiadamente la fórmula que en el Misal latino dice:
“Ecce Agnus Dei,
ecce qui tollit peccata mundi.
Beati qui ad cenam Agni vocati sunt”.
Actualmente, la traducción en uso en Italia es la siguiente:
“Beati gli invitati alla cena del Signore.
Ecco l’Agnello di Dio,
che toglie i peccati del mondo”.
[Felices los invitados a la cena del Señor
Este es el Cordero de Dios,
que quita los pecados del mundo]
El domingo de Pascua del 2021, por el contrario, se dirá:
“Ecco l’Agnello di Dio,
ecco colui che toglie i peccati del mondo.
Beati gli invitati alla cena dell’Agnello”.
[Este es el Cordero de Dios,
que quita los pecados del mundo.
Felices los invitados a la cena del Cordero]
Como se puede advertir, en la nueva formulación el celebrante, en el momento que presenta a los fieles el pan y el vino consagrados, se reconectará al triple “Agnus Dei” cantado o recitado inmediatamente antes, para agregarle – con un doble “he aquí” – las palabras de Juan el Bautista en el cuarto Evangelio, y después también la bendición de Apocalipsis 19, 9: “Felices los invitados a la cena nupcial del Cordero”, pero con la omisión de la referencia a las nupcias escatológicas – suprimido también en el texto latino –, pero oportunamente presente en la última edición del Misal francés: “Heureux les invités au repas des noces de l’Agneau” [Felices los invitados a las bodas del Cordero].
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Por último, entre las otras variantes principales se señalan tres en la Oración Eucarística II, la más utilizada de todas las anáforas del Misal italiano.
La primera variante está en las palabras iniciales, las que se reconectan con el canto del “Sanctus” y actualmente suenan “Padre verdaderamente santo…”. Desde el próximo domingo de Pascua estarán más en conformidad con el “Vere sanctus” de las antiguas anáforas latinas: “Verdaderamente santo eres tú, oh Padre, fuente de toda santidad. Te pedimos: santifica estos dones…”.
La segunda variante es la inmediatamente siguiente. La fórmula que hasta ahora dice: “santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu” se enriquecerá con la sugestiva imagen presente en la expresión latina “Spiritus tui rore sanctifica” y será: “santifica estos dones con el rocío de tu Espíritu”.
La tercera variante está al comienzo del relato de la institución de la Eucaristía. Donde actualmente se dice: “Él, ofreciéndose libremente a su pasión…”, se dirá: “Él, entregándose voluntariamente a la pasión…”, con mayor fidelidad al sentido bíblico y litúrgico del verbo “tradere” y del adverbio “voluntarie” del texto latino.
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Pero ninguna modificación se prevé respecto al “pro multis” en las palabras de la consagración del cáliz “qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem peccatorum”, que en italiano se seguirá traduciendo no con “por muchos”, sino con “por todos”.
Joseph Ratzinger, como Papa, había intentado reorientar todos los Misales en uso en el mundo, en diversos idiomas, a una traducción fiel y uniforme del original «pro multis” del canon romano, a su vez retomado textualmente de las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento.
En el 2006, a través de la Congregación para el Culto Divino, y luego en el 2012 con una carta personal suya a los obispos alemanes, Benedicto XVI ordenó esencialmente a todas las Conferencias Episcopales que uniformaran respecto a este punto los respectivos misales, explicando las razones:
> ¿»Por muchos» o «por todos»? La respuesta justa es la primera. Una carta de Benedicto XVI
Pero cuando un año después el papa Benedicto dimitió, algunas conferencias episcopales, entre ellas la italiana, todavía no se habían alineado a las indicaciones y mantenían en sus misales la expresión «por todos», la que se puso en uso después del Concilio.
Con la llegada de Francisco se difundió la idea que esa expresión está más en consonancia con la extensión universal de la “misericordia” incesamente predicada por el nuevo Papa.
Y así sobre la cuestión, aunque muy seria, se bajó el telón.